“Perderse acá es mágico”, asegura Carlos David Busaniche, guía experto y fundador de Setúbal Kayak, una empresa familiar que ofrece experiencias únicas en este laberinto acuático. Con él, nos aventuramos en el Delta Superior, un entramado de cauces, arroyos y zanjones donde la laguna se disgrega en cientos de pequeños paraísos.
De la sequía a la explosión de vida: un ecosistema en constante cambio
Busaniche relata cómo la laguna pasó de la sequía extrema a una “extraordinaria” recuperación, un fenómeno que coincidió con la quietud impuesta por la pandemia. “Del 2019 al 2021 estuvimos en -20 centímetros”, recuerda, evocando imágenes de gente cruzando a pie la laguna y una barrera de vegetación que la partió en dos. Hoy, el agua ha regresado, permitiendo que la vida florezca en cada rincón.
Mientras remamos, el monte se agiganta y los cauces se estrechan, revelando una fauna rica y salvaje. Aves de todas las especies sobrevuelan el agua, mientras que caballos, vacas y algún carpincho despistado se dejan ver entre la vegetación.
Yara, el pescador sabio: un encuentro con la esencia del río
En nuestro recorrido, conocimos a Yara, un herrero, mecánico y pescador curtido por el sol y el río. Nacido en Jerusalén y afincado en Santa Fe desde niño, Yara vive a orillas de la laguna, donde la naturaleza despliega toda su fuerza. “El río siempre me da de comer, por eso soy un defensor de estas aguas”, afirma con orgullo.
Monte Vera: el portal al delta más salvaje
Desde Monte Vera, el balneario que marca el inicio del delta, emprendemos el tramo final de nuestra aventura. “Una vez que sorteamos la muchedumbre playera viene lo mejor, empieza el delta más natural, el de la aventura”, nos anima Francisco Fernández, compañero de Busaniche y experto conocedor de estos parajes.
