En su discurso ante la Asamblea Legislativa, el presidente Javier Milei optó por una narrativa triunfalista y auto celebratoria que contrasta fuertemente con la dura realidad que atraviesan millones de argentinos. Lejos de reconocer los errores y desafíos de su gestión, el mandatario se dedicó a elogiar sus propios logros y a atacar al modelo keynesiano, al que responsabiliza de todos los males del país.
El discurso, recibido con fervor por la militancia libertaria presente en el recinto, evidenció una vez más la desconexión del gobierno con los problemas cotidianos de la gente. Milei omitió mencionar el aumento de la pobreza, la caída del poder adquisitivo y el impacto negativo de sus políticas de ajuste en la clase media y los sectores más vulnerables.
Además, el presidente aprovechó la ocasión para lanzar críticas contra figuras de la oposición y hasta para amagar con la intervención de la provincia de Buenos Aires, en un gesto que revela su estilo confrontativo y su escaso apego al diálogo institucional.
El discurso de Milei ante la Asamblea Legislativa fue una oportunidad perdida para construir consensos y ofrecer soluciones concretas a los problemas que aquejan al país. En cambio, el presidente optó por un monólogo auto complaciente que solo profundiza la grieta y aleja la posibilidad de un futuro mejor para todos los argentinos.