El mercado financiero, ese termómetro siempre sensible a los vientos de la especulación, amanece con una tenue sonrisa. Bonos y acciones operan al alza, impulsados por las promesas de Luis Caputo, el ministro de Economía, sobre un inminente acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). ¿Motivos para celebrar? Desde El Heraldo de Rosario creemos que no.
Mientras Caputo vende humo en los medios, asegurando que el programa con el FMI está “definido” y a punto de ser aprobado, lo que realmente se esconde detrás de este “show” es una nueva entrega de la soberanía nacional. A cambio de unos pocos dólares, el gobierno de Milei se arrodilla ante el organismo multilateral y acepta condiciones que hipotecan el futuro de los argentinos.
El riesgo país, ese indicador que mide la confianza de los inversores, cae apenas cinco unidades, una cifra insignificante si se considera el enorme sacrificio que implica someterse a las exigencias del FMI. ¿Acaso alguien cree que este leve descenso compensa el ajuste brutal que está sufriendo la clase trabajadora?
La Bolsa porteña también se suma a la fiesta, con una suba del 1,1%. Pero, ¿quiénes se benefician de este supuesto optimismo? Los grandes fondos de inversión, los especuladores de siempre, esos que se enriquecen a costa del esfuerzo del pueblo.
En tanto, el dólar blue opera estable, mientras que el dólar MEP y el contado con liquidación (CCL) fluctúan sin rumbo fijo. Una muestra más de la incertidumbre que reina en el mercado cambiario y de la fragilidad de la economía argentina.
“Si bien el mercado internacional viene mostrando una alta dosis de volatilidad, las caídas para la Argentina superaron a las de otros índices. Creemos que esto evidencia cierta impaciencia por el lado de los inversores”, reconoce Juan Manuel Franco, economista jefe de Grupo SBS. En otras palabras, los inversores están nerviosos porque no ven un rumbo claro en la política económica del gobierno de Milei.
